Posiblemente una de las cosas más fascinantes del momento en que
estamos es que nadie es capaz de predecir cómo será el mundo dentro de 5, 10 o
15 años...
El cambio
GLOBAL es lo que define nuestra sociedad y es tal la velocidad del mismo que
estamos sufriendo (o disfrutando, según se mire) que cualquier visión de
predicción es una garantía de éxito. La ADAPTACION al cambio es el camino de la
supervivencia pero la CREACION del cambio es la meta del éxito.
Muy pocos tienen capacidad de generar cambios, la mayoría se
adaptan a ellos y los inmóviles…PERECEN
Es fundamental que seamos capaces de visualizar y
diseñar el cambio desde distintas perspectivas para que nuestras empresas
dispongan de todas las claves para hacer de él algo valioso para nuestras
organizaciones.
Pero conviene
preguntarse qué relaciones se generan en ese cambio, cómo afecta a los sistemas
culturales donde se dan, cómo afecta a las personas y a las empresas. Porque
¿Son las empresas agentes del cambio en esta sociedad? ¿Están dispuestas a
asumir una evolución que pueden no controlar? ¿Pueden adaptarse a él ?. Por
supuesto, pretender dar respuesta a todas estas preguntas es una quimera pero
lo dejo abierto a la reflexión.
Quizá una
de las primeras claves es utilizar la antropología cultural como lenguaje de
investigación.
Esta elección
ya tiene por sí misma un significado concreto, es decir, no es una elección
inocente. Utilizar la antropología cultural supone colocar las empresas en un escenario más amplio que el meramente
económico, supone asumir que las empresas están formadas por personas,
que las personas se relacionan entre sí y que esas relaciones son algunas de
las manifestaciones culturales que la antropología cultural estudia.
Las empresas
hoy en día viven en un entorno en el que lo económico sólo es una parte del mismo, de modo que muchas de
las claves para su comprensión se alejan de cuentas y balances. Las empresas no
permanecen en entornos asépticos, sino que desarrollan sus actividades en sociedades con sus sistemas culturales
propios que afectan y se ven afectados por todas las instituciones que
los forman.
Dice Roger Keesing: “Las culturas son sistemas que sirven para relacionar a las
comunidades humanas con sus entornos ecológicos”. Las formas de producción
están fundamentadas en la necesidad de dar respuesta a la supervivencia en un
entorno dado. Desde esta perspectiva la relación entre sistemas culturales y
empresas es clara, pues ambos son una respuesta a un entorno determinado.
Marvin Harris fue el creador del Materialismo Cultural, que básicamente venía a decir que toda manifestación cultural o religiosa no es sino una respuesta a las
necesidades que en el individuo en sociedad crea el entorno.
Para el
materialismo cultural existe un Principio
de primacía de la infraestructura, es decir, son las necesidades de
producción y los problemas de la población los que definen tanto a la
estructura como a la superestructura. Quiere ello decir que lo primero que
busca el ser humano es, en cierto modo siguiendo a Maslow,
la satisfacción de sus necesidades básicas, y para ello ha de tener en cuenta
el ecosistema en el que está y cómo responder a esas necesidades con los elementos
con los que cuenta.
Esas
respuestas, llamémoslas microeconómicas, generan una estructura a su imagen en
forma de políticas sociales y económicas que en cierto modo lo que hacen es
justificar la infraestructura. Al mismo tiempo esas necesidades y usos
materiales crean una respuesta a modo de superestructura en forma de
filosofías, ideas, principios, valores o creencias.
De este modo es
el entorno físico el que determina el sistema cultural que creamos, añadiendo
al entorno físico la respuesta de supervivencia y desarrollo que le damos. El cambio es entonces un proceso lento, que
sólo se genera cuando cambia algo en el ecosistema que nos obliga a dar una
nueva respuesta a modo de infraestructura, y por ende con resultados en
la estructura y la superestructura.
¿Pero de verdad
ocurre así? ¿Estamos tan determinados por el entorno? La verdad es que no,
porque se ha generado un fenómeno que no se contemplaba en el caso de las
civilizaciones y pueblos antiguos: el
ser humano dibuja, define y determina su entorno.
Con la
aparición de la Revolución Industrial, fundamentalmente, el ser humano empieza
a controlar los recursos naturales, el ecosistema ya no es tan determinante
porque él puede cambiar ese ecosistema. Resumiéndolo con una frase: En entornos urbanos es el modelo de negocio
el que define el espacio, en los entornos rurales es el espacio el que define
los modelos de negocio.
Estos nuevos
ritmos y dinámicas de cambio son en muchos casos ejercicios de INNOVACION que
no hacen sino retroalimentar el dibujo del ecosistema por el ser humano, creando necesidades antes impensables que a
su vez generan nuevas dinámicas innovadoras. El cambio, desde mi punto
de vista, no es una realidad simple, con un origen determinado, sino que
aparece en las sociedades actuales como un
elemento complejo al que muchas empresas se adhieren y que otras rechazan,
en ocasiones como parte de su política de mercado pero no como una respuesta a
un ecosistema de necesidad.
Los
ecosistemas actuales no están pensados para satisfacer las bases de la Pirámide
de Maslow, lo que hace que
muchas empresas se conviertan en agentes de cambio por sus deseos de encontrar
nuevas formas de satisfacer las necesidades superiores.
El cambio ya ha dejado de ser un hecho raro y puntual en las
Empresas y son una respuesta a cambios externos de las sociedades, para formar
parte de ellas y definirlas como elemento dinamizador de su evolución y su
capacidad de supervivencia y por ende…DEL
ÉXITO.
Y recuerda...REFLEXINNOVA !!!